miércoles, 3 de diciembre de 2014

Dan inicio los festejos.


Este año 2014 sí se están pasando, todavía no inicia el Guadalupe-Reyes y yo ya me cansé.

Un chorro de gente nace en estos meses y organizan sus pachangas a las que siempre quiero ir, (se me hace que en febrero hace friito y uno se acurruca con la media naranja provocando muchos nacimientos en noviembre) también hay chorros de 1as comuniones, bautizos, nacimientos, bodas y aniversarios (yo a todos quiero ir).

Mis ganas de ir de pachanga se ponen en contra de las ganas de La Cachorra y su Chiquita madre de seguir de pata de perro durante mañana, tarde y más tarde mientras mi cuerpecito quiere descansar para estar listo para la siguiente pachanga.

Además de estas ganas de mis mujercitas, se juntan las actividades escolares, que los méndigos maestros o no sé que almas malévolas organizan los sábados y domingos antes de las ocho de la mañana. Solo imaginen a su Conocedor, en mi pijama de trusa, calientito envuelto en el edredón, con la panza llena de viandas de la noche anterior y soñando con Shakira cuando le avisan que ya se tiene que levantar porqué vamos al evento de convivencia familiar de la Cachorra. No sean méndigos, a uno lo pueden matar de un levantón así.

Solo les platico tantito del evento, para que vean lo que sufrimos los padres pachangueros y cansados pero comprometidos con nuestros retoñitos.

La levantada en sábado a las siete de la mañana es como mentada de madre, hace un frío de la juju (diría el Rafis), te tienes que bañar, si no, los otros papás van a darse cuenta que no estabas muerto, que andabas de pachanga, saliendo de la regadera no quieres soltar tu toalla por que sientes que hasta el pelo se congela pero hay que vestirse. Todo esto en 3 minutos máximo “porqué no llega la niña”.

Como llegamos tantito tarde, te tienes que estacionar en la puerta de tu casa y de ahí irte caminando…. Cuando llegas, ya empezaron ciertas actividades y como párvulo de escuela, te ponen a hacer ejercicios de estiramiento para que estés bien despierto (sufro mucho). Ya luego empiezan las actividades y pláticas.

Para empezar, te vendan los ojos y tu Cachorra te va a guiar cual lazarillo por las instalaciones escolares, de verdad le tienes que tener confianza o no te mueves. Lo único malo es que con mis ojitos cerrados tras el vendaje, ya me estaba dando más sueño.

Después de algunas otras actividades y pláticas, viene lo bueno: A desayunar.

No me imaginé tal cantidad de viandas puestas en una mesa como de 20 metros de largo, cada familia llevó alimentos para compartir y consumir, la verdad ni idea tengo que llevamos nosotros.

El chiste es que podías seleccionar desde chilaquiles verde, sándwiches de todo tipo, tamales, taquitos de canasta, panes, galletas, pasteles y hasta fruta fresca y recién rebanada. Había jugos, café, leche y hasta mi light. Ahí si me sentí en mi mero mole, hasta platiqué con otros papás que estaban igual de desmañanados y hambrientos que yo.

Conocí a nuevos amigos de mi Cachorra, que seguro van a ser mis amigos o por lo menos eso voy a intentar. Como en toda buena escuela, haya mucha mamá para el Taco de Ojo. La verdad algunas maestras también están de muy buen ver y ni modo de seguir vendado de la mirada todo el día.

Me gustó esta convivencia con la familia escolar, me gustó que muchos papás y mamás no dejaran a sus hijos y se regresaron a echarse a dormir, me gustó que una bola de maloras nos hayan recibido en su escuela sabiendo que es de ellos. Me gustó que los maestros estén involucrados en estas actividades extraescolares y no solo te pongan como camote por no haber traído la tarea.

Más o menos a medio día terminó el convivio y nos regresamos muy contentos.

Al día siguiente, el despertar fue parecido, pero en domingo. Ahora había que ir al Coloso de Santa Úrsula, porque el Oso de Peluche juega ahí.

Llegamos a las 7:30 AM al estadio, como está hecho de puritito cemento, pues se mantiene fresquito, fresquito como a menos 37 grados centígrados. Nuestros jóvenes futbolistas, en shorts y correteando algún balón antes de empezar el partido, son correteados por sus madres que les quieren poner suéter, chamarra y jorongo, no sea que vayan a morir congelados. Ellas sudan más que ellos aunque corran menos.

Una vez instalados en la tribuna, hay que buscar la cancha donde jugará nuestro equipo y la canchota se convierte como en 8 canchitas. Empieza el recorrido: Mamás, papás, tíos, los hermanitos medio jetones y hasta alguno que otro abuelito colado, nos empezamos a mover cual rebaño siguiendo a nuestros descendientes directos por toda la cancha del Azteca.

Ya que encontramos la cancha donde “nos toca” (como si nosotros fuéremos los jugadores) pues a agandallarse un lugar para ver bien el juego.

Por culpa de otro papá que viene hambriento, pues nos aventamos 5 de canasta (carísimos en el estadio, pero el hambre es canija).

Empieza el partido, si creen que sufren en un juego del TRI o de mis Águilas…. No tienen idea de lo que es sufrimiento cuando tu cachorrito está en la cancha y su equipo va perdiendo. Se te quita el frío, te dan ganas de gritarle al árbitro: ¡CIEGO, CÓMPRATE TU PERRO)! (y no te las aguantas) sientes que te falta el aire, sudas como si corrieras, no quieres hablar con nadie y no tienes idea que le vas a decir al heredero sobre el partido perdido.

Ese día pedimos (otra vez, como si yo hubiera corrido todo el partido).

Cuando sale el equipo, todos traen cara de compungidos, todos vienen tristes por la derrota y todos quisieran haber ganado.

¿Qué le dices?

Solo se me ocurrió decirle: Cachorro mío, este partido se perdió, ni modo, hay que aprender que no siempre gana uno, pero no hay que acostumbrarse a perder, que perder siempre sea un desafío para ganar el siguiente, que sea un aprendizaje para ver que podemos mejorar y que sea un momento de humildad sabiendo que todos tenemos limitaciones que debemos ir superando.

Regresamos tristes y meditabundos, pero con la seguridad que para el siguiente partido vamos a ir mejor preparados para ganar.

 

Más o menos así están los fines de semana antes del puentote Guadalupe Reyes.

Para el siguiente fin de semana, ya tengo reservados 17 minutos del sábado y 29 del domingo para reposar.

 

¿A ustedes cómo les pinta la pachanguería de fin de año?

 

¡Vive! ¡Disfruta! ¡Comparte!

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