Este
año 2014 sí se están pasando, todavía no inicia el Guadalupe-Reyes y yo ya me
cansé.
Un
chorro de gente nace en estos meses y organizan sus pachangas a las que siempre
quiero ir, (se me hace que en febrero hace friito y uno se acurruca con la
media naranja provocando muchos nacimientos en noviembre) también hay chorros
de 1as comuniones, bautizos, nacimientos, bodas y aniversarios (yo a todos
quiero ir).
Mis
ganas de ir de pachanga se ponen en contra de las ganas de La Cachorra y su
Chiquita madre de seguir de pata de perro durante mañana, tarde y más tarde
mientras mi cuerpecito quiere descansar para estar listo para la siguiente
pachanga.
Además
de estas ganas de mis mujercitas, se juntan las actividades escolares, que los
méndigos maestros o no sé que almas malévolas organizan los sábados y domingos
antes de las ocho de la mañana. Solo imaginen a su Conocedor, en mi pijama de
trusa, calientito envuelto en el edredón, con la panza llena de viandas de la
noche anterior y soñando con Shakira cuando le avisan que ya se tiene que
levantar porqué vamos al evento de convivencia familiar de la Cachorra. No sean
méndigos, a uno lo pueden matar de un levantón así.
Solo
les platico tantito del evento, para que vean lo que sufrimos los padres
pachangueros y cansados pero comprometidos con nuestros retoñitos.
La
levantada en sábado a las siete de la mañana es como mentada de madre, hace un
frío de la juju (diría el Rafis), te tienes que bañar, si no, los otros papás
van a darse cuenta que no estabas muerto, que andabas de pachanga, saliendo de
la regadera no quieres soltar tu toalla por que sientes que hasta el pelo se
congela pero hay que vestirse. Todo esto en 3 minutos máximo “porqué no llega
la niña”.
Como
llegamos tantito tarde, te tienes que estacionar en la puerta de tu casa y de
ahí irte caminando…. Cuando llegas, ya empezaron ciertas actividades y como
párvulo de escuela, te ponen a hacer ejercicios de estiramiento para que estés
bien despierto (sufro mucho). Ya luego empiezan las actividades y pláticas.
Para
empezar, te vendan los ojos y tu Cachorra te va a guiar cual lazarillo por las
instalaciones escolares, de verdad le tienes que tener confianza o no te
mueves. Lo único malo es que con mis ojitos cerrados tras el vendaje, ya me
estaba dando más sueño.
Después
de algunas otras actividades y pláticas, viene lo bueno: A desayunar.
No
me imaginé tal cantidad de viandas puestas en una mesa como de 20 metros de
largo, cada familia llevó alimentos para compartir y consumir, la verdad ni
idea tengo que llevamos nosotros.
El
chiste es que podías seleccionar desde chilaquiles verde, sándwiches de todo
tipo, tamales, taquitos de canasta, panes, galletas, pasteles y hasta fruta
fresca y recién rebanada. Había jugos, café, leche y hasta mi light. Ahí si me
sentí en mi mero mole, hasta platiqué con otros papás que estaban igual de
desmañanados y hambrientos que yo.
Conocí
a nuevos amigos de mi Cachorra, que seguro van a ser mis amigos o por lo menos
eso voy a intentar. Como en toda buena escuela, haya mucha mamá para el Taco de
Ojo. La verdad algunas maestras también están de muy buen ver y ni modo de
seguir vendado de la mirada todo el día.
Me
gustó esta convivencia con la familia escolar, me gustó que muchos papás y
mamás no dejaran a sus hijos y se regresaron a echarse a dormir, me gustó que
una bola de maloras nos hayan recibido en su escuela sabiendo que es de ellos.
Me gustó que los maestros estén involucrados en estas actividades
extraescolares y no solo te pongan como camote por no haber traído la tarea.
Más
o menos a medio día terminó el convivio y nos regresamos muy contentos.
Al
día siguiente, el despertar fue parecido, pero en domingo. Ahora había que ir
al Coloso de Santa Úrsula, porque el Oso de Peluche juega ahí.
Llegamos
a las 7:30 AM al estadio, como está hecho de puritito cemento, pues se mantiene
fresquito, fresquito como a menos 37 grados centígrados. Nuestros jóvenes
futbolistas, en shorts y correteando algún balón antes de empezar el partido,
son correteados por sus madres que les quieren poner suéter, chamarra y
jorongo, no sea que vayan a morir congelados. Ellas sudan más que ellos aunque
corran menos.
Una
vez instalados en la tribuna, hay que buscar la cancha donde jugará nuestro
equipo y la canchota se convierte como en 8 canchitas. Empieza el recorrido:
Mamás, papás, tíos, los hermanitos medio jetones y hasta alguno que otro
abuelito colado, nos empezamos a mover cual rebaño siguiendo a nuestros
descendientes directos por toda la cancha del Azteca.
Ya
que encontramos la cancha donde “nos toca” (como si nosotros fuéremos los
jugadores) pues a agandallarse un lugar para ver bien el juego.
Por
culpa de otro papá que viene hambriento, pues nos aventamos 5 de canasta
(carísimos en el estadio, pero el hambre es canija).
Empieza
el partido, si creen que sufren en un juego del TRI o de mis Águilas…. No
tienen idea de lo que es sufrimiento cuando tu cachorrito está en la cancha y
su equipo va perdiendo. Se te quita el frío, te dan ganas de gritarle al
árbitro: ¡CIEGO, CÓMPRATE TU PERRO)! (y no te las aguantas) sientes que te
falta el aire, sudas como si corrieras, no quieres hablar con nadie y no tienes
idea que le vas a decir al heredero sobre el partido perdido.
Ese
día pedimos (otra vez, como si yo hubiera corrido todo el partido).
Cuando
sale el equipo, todos traen cara de compungidos, todos vienen tristes por la
derrota y todos quisieran haber ganado.
¿Qué
le dices?
Solo
se me ocurrió decirle: Cachorro mío, este partido se perdió, ni modo, hay que
aprender que no siempre gana uno, pero no hay que acostumbrarse a perder, que
perder siempre sea un desafío para ganar el siguiente, que sea un aprendizaje
para ver que podemos mejorar y que sea un momento de humildad sabiendo que
todos tenemos limitaciones que debemos ir superando.
Regresamos
tristes y meditabundos, pero con la seguridad que para el siguiente partido
vamos a ir mejor preparados para ganar.
Más
o menos así están los fines de semana antes del puentote Guadalupe Reyes.
Para
el siguiente fin de semana, ya tengo reservados 17 minutos del sábado y 29 del
domingo para reposar.
¿A
ustedes cómo les pinta la pachanguería de fin de año?
¡Vive!
¡Disfruta! ¡Comparte!
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