Se
descompuso el escusado, hay que cambiarle “el sapito” porqué por culpa del “sapito
viejito” se tira toda el agua y no estamos como para andar desperdiciando.
Se
ve rete fácil, solo tienes que comprar el nuevo “sapito” y colocarlo en lugar
del “sapito” defectuoso. Hay una como liga donde está atorado y se quita de ahí
para colocar el nuevo. Para los que no son plomeros (o maridos forzados a ser
plomeros) les platico: esta liga (antes era cadenita y daba menos lata), está
atorada en la palanca que (esa sí) todos conocemos para “jalarle”. Por el
movimiento, el “sapito” destapa un agujero y el agua se escapa para llevarse
todo lo que ya no necesitamos y menos queremos ver.
La
Operación Sapito se ve sencilla, hasta el 007 lo podría hacer y sin gadgets.
Antes
de meter mano en el aparato deshechador de cosas feas, me lanzo a comprar el
nuevo “sapito” a alguna ferretería que me encuentre en el camino. Después de
como 1 hora de andar buscando ferretería, me tengo que echar un taquito de
carnitas o voy a desfallecer de hambre. Ahí le pregunto al taquero: ¿Dónde conseguiré
un sapito? Se me queda viendo con cara de “este wey viene de la fiesta y bien
pe…”
Después de casi ahogarme con el taco ya le explique el tipo de “sapito” que requería.
Como casi todo taquero, este tiene un compadre a la vuelta, que tiene ferretería y ahí lo voy a encontrar.
Ya
con la panza semi llena y mucho más seguro de mí mismo, me lanzo a la
ferretería del compadre y ahí si me entendieron y me vendieron un “sapito”
nuevo.
Hasta
el momento, todo bien. De regreso al hogar, “sapito nuevo” y yo llegamos para
el intercambio.
Colocado
en posición como de a 45° y ya con inicio de dolor de espalda, que quito a “sapito
viejo”, que me traigo de pasada a la condenada liga y casi hasta la palanca
jaladora. Como no había cerrado la llave de paso, pues el agua sigue corriendo
y se va todita por el hoyo antes tapado por “sapito viejo”.
Conocedor
como soy, me agacho a buscar la llave de paso para cerrarla y me acomodo
móndrigo cabezazo contra la caja de escusado. Vi estrellitas y ninguna era
Shakira, además descuajaringué la caja y se salió de posición. Total con todo y
el mandrake, logré cerrar la llave de paso para evitar la fuga del vital
líquido.
Una
vez contenida la posible inundación, tengo que buscar algo que sustituya la
liga (que arranqué) para amarrar a “sapito nuevo” a la palanca jaladora y poder
abrir la llave de paso para darle el uso adecuado al escusado.
Busqué
por todos lados y lo único que encontré fue hilo para coser color guinda, como
plomero tengo poca experiencia, pero como tejedor de mecates con hilo de coser
mi experiencia es nula. Pues no pude.
No
vayan a decir que este Conocedor se rindió rapidito, hice una cadena con clips,
otra con ligas, una más con una agujeta de un zapato que hace mucho no usaba y
finalmente un cable de teléfono igual de viejito que “sapito viejito”.
Ya
del silicón para sellar la caja después del cabezazo, mejor ni hablamos.
No
más no quedó, solo les termino de platicar, me encontré una cubeta azul que ya
vive en el baño, está llena de agua y así se va a quedar hasta que venga un
plomero de verdad que me arregle la caja, la liga y coloque a sapito nuevo en
su nuevo y acuático hogar.
Mientras llega el plomero, me sobo la cabeza y ando en busca de algún arbolito en despoblado.
¡Vive!
¡Disfruta! ¡Comparte!
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