Este
domingo me recuerda cuando yo si iba a esas aulas. Escuchaba los comentarios
motivadores de mis papás, tratando de hacer menos traumático el regreso a
clase. Acá su Conocedor, nunca se llevó de a “cuates” con las aulas.
Esos
domingos de último día de vacaciones empezaban muy normalitos, pero conforme se
hacía tarde, la angustia se acentuaba, la incertidumbre de empezar otra vez era
horrible y lo peor, seguro me iba a tocar una maestr@ como del SNTE.
Escuche,
desde:
Ya
vas a ver a tus amigos otra vez.
-No
dejé de verlos en vacaciones, ¿no podremos seguir viéndonos sin ir a la escuela?-
Vas
a aprender nuevas cosas.
-Yo
no quería aprender nada nuevo que no fuera por autodidacta y de mi interés.
Diría Manolito el de Mafalda: ¿Para que me va a servir saber que el Everest es
navegable?-
Ya
no vas a estar aburrido en la casa.
-¿Quién
dice que me aburrí? Aburrido en la escuela.-
No
quieres ver a Fulanita (Méndiga Fulanita, me traía cacheteando las banquetas y
ni caso me hacía)
-Noooo.
Ya ni me gusta. Cuando la respuesta real hubiera sido: No más por verla regreso
a esa cárcel temporal.-
Hoy
los nuevos enanetes, SI TIENEN GANAS DE REGRESAR A LA ESCUELA.
Esto
me asusta y a la vez me genera esperanza de un mejor ciudadano.
El
susto es por qué a mí me aterraba ese regreso, yo hubiera vivido de vacaciones
desde mi graduación de Sección Maternal.
No
se crean que solo ese último domingo de vacaciones me estresaba, nooo, cada
domingo del ciclo escolar era la misma sensación de malestar en mi cuerpecito,
desde ahí le tengo un amor especial a todos los viernes.
Para
los más nuevos en este mundo, les deseo que el regreso no sea tan traumático
como los míos, que si aprendan que el Everest no es navegable, que no les toque
uno del SNTE y que Fulanit@ ahora sí los pele.
Aunque
mañana sea lunes….
¡Vive!
¡Disfruta! ¡Comparte!
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