¿Dónde los
pongo? Esa pregunta cambió mi relación con muchos de mis invitados. Los puse en
un recipiente de plástico de unos 2 litros. Pero creció, creció y creció hasta
llegar a ser una caja de plástico (tipo archivero) donde caben alrededor de
unos 6 a 7 kg de chocolates.
Para que les
platico lo que es cargarla a la mesa o mesas, dependiendo del tamaño de la
reunión. Esto es lo de menos, he recibido miradas de “odio” (normalmente de
amigas de siluetas envidiables), miradas infantiles de “eso no es posible”,
miradas de “ya empezaste y todavía no acabo con el postre”, miradas de
“nooooooo, voy a tener que pecar” y miradas de “yo quiero uno de cada uno”.
Todavía no
hay alguien que no haya sucumbido a su encanto, que no haya tomado al menos un
chocolatito de sus interiores, que no haya disfrutado de los placeres de mi
cajita.
Dicen que la
odian, pero en el fondo yo sé que la esperan con ansia loca. En cada reunión, sale a
compartir y siempre recibe una sonrisa.
Por cierto,
en la cajita solo hay chocolates, si quieren algún tamarindo picoso, está en
otro lugar de la alacena.
¡Vive! ¡Disfruta! ¡Comparte!
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