El fin de semana, sufrí de tentaciones alimenticias, cena con “las niñas” que son madres abnegadas de los méndigos compañeritos y compañeritas de Mi Oso de Peluche, lo malo es que podrían ser casi mis hijas y no tienen llenadera, además de una barra monumental de botanas (y no como las que me recetó el Doc), litros y litros de alcohol del de la beberecua, una muy agradable plática hasta las 5 de la mañana, yo creo que me quieren matar. Uno necesita sus 8 horas de sueño o como bebé, me irrito. A eso de las 3 de la mañana, empiezo a ver doble (que esta parte no es nada mala porque las mamás están de muy buen ver) oigo a todos lejísimos, dejo de sentir mis extremidades; si al principio y bien despierto, no alcanzo a entender lo que dicen todas, que hablan al mismo tiempo y ninguna escucha pero todas entienden, al final de la noche es como oír sánscrito hablado por un noruego con acento árabe vendiendo cuadernos en la calle de Mesones.
Sábado:
Comida con
los suegros, esto implica folclor, música de hace 50 años (que si tengo),
tequilas, wiskeys o lo que sea. Otra de botanas y yo estoico con pura jícama y
surimi. Del ate con queso, que sabe a beso, como dice El Profesor mejor ni
hablamos. Además me quieren convencer de comprar bebida milagros de mangostán…
¿qué? Que te sirve para la piel, para la diabetes, para la gota, para el
hígado, para las caries, para amarres y creo que hasta te llega directo y como
telepatía al cerebro el teléfono de Megan Fox con su amor garantizado. El
chiste es que ni dieta haces (estuve a punto de comprarla).
Domingo……….
Pinta bien,
no hay ningún pariente directo despierto, “Mi Chiquita” ronca como Don Goyo a
punto de hacer erupción, el oso está hibernando y la cachorra enterrada como en
media tonelada de cobijas, ni se oye respirar. Solo la Lila (nuestra Boxer, que
es café) me acompaña y con cara de “pa que me despertaste”. Malo, la familia despierta y lo primero que dicen mis retoñitos es ¡¡Queremos desayunar churros!! Yo empiezo a sufrir de antojos como de embarazo, la panza vuelve a crujir y nos arrancamos a sureño restaurante que sirve los condenados churros calientitos, tronadores y con chorros de azúcar…… Adivinen ¿Qué desayuné? Un platazo de claras batidas en forma de omellette (a quién se le habrá ocurrido semejante blasfemia) rellenas de queso, pero cottage (es como rellenarlas de agüita) y salsa de flor de calabaza. (Luego les platico de un ramito de esta dichosa flor). Ni un churro, sigo estoico.
Lunes
tempranito.
Regresé a mi oficina más cansado de lo que me retiré el
viernes, más hambriento y con un antojo de unos seis tacos de canasta, dos de
chicharrón dos de papa y dos de carne deshebrada. Gracias al cielo hoy tengo
mucho trabajo, o pierdo el ritmo de la dieta. Yo creo que Patricio (El Loco) me
va a cortar por estar a dieta.
¡Vive! ¡Disfruta! ¡Comparte!
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