Ven lo que pasa por hablar en viernes con El Profesor,
que además me dejó a medias porque tenía que ir a dar clases. Debo aclararles, que aunque es mi amigo, él
si es reteculto y me giró una cantidad de instrucciones para seguir con la
escritura de estas líneas. Que si haga un documento por cada día, que si no me
hago bolas, que no voy a encontrar nada, que si el Diablo me ayuda va a salir
mejor, que lea diario El Quijote, que los buenos
sentimientos no sirven para nada, que si la manga del muerto y no sé por qué,
pero le voy a volver a hacer caso a sus sugerencias.
El chiste es que el mentado Profesor me recordó esta anécdota:
Junto con otros miembros de La Calucho Corporation (así le pusimos a la manada
de amigos en los 70s y 80s), nos dirigimos al super en la Combi de Beto, después
de un partidazo de futbol callejero, donde los postes de luz la hacían de
postes de porterías casi profesionales, había que ir por refrescos.
Una vez satisfecha nuestra sed y seguro hambre (sin
Gansito un refresco no es refresco) regresábamos al terruño, que estaba como a
4 cuadras. Durante nuestro regreso y con mucho calor, todos con tufo de jugador
llanero en el metro y a pesar de los 3 chescos que nos habíamos recetado cada
uno, tuvimos que abrir la puerta corrediza de la combi. Quien se haya subido a
una combi sabe que las mugres ventanitas no sirven ni para que se metan las
moscas, requeríamos mucha más
ventilación, para los 10 o 12 que entramos en esa ocasión.
Sin saber que nuestras vidas estaban a punto de correr
magnos riesgos, llegamos a la mera entrada del Colegio Francés (el de las yeguas finas) donde había una glorietita, el méndigo Beto,
que empieza a dar vueltas alrededor de la glorieta (como de 2 m de diámetro)
pero con todo y combi a 200 km por hora (así se sentía), nosotros en el
interior y con la puerta abierta. Más velocidad, más mareados, refresco a punto
de regresar con todo y Gansito, El Profesor (que aclarando, no pidió refresco en
el super sino una Caguama) colgado cual chimpancé con medio cuerpo de fuera,
detenido solo por sus deditos (es pianista además) y con 3 piernas estratégicamente
colocadas en la cara, en la panza y en parte blanda, tratando de expulsarlo de
la combi, gritaba como enloquecido y los de adentró más …. Más vueltas, más
presión al Profesor y gracias a que Beto se mareo antes, se terminaron las
vueltas, el Profesor salvó la vida. Nadie regresó el refresco y el Gansito y
seguimos vivos. Se imaginan si se nos cae……. Niguas de concierto de gorra en La
Salle, niguas de consejos de escritura, niguas de poder ganarle en maratón y
niguas de partidas de domino. A lo mejor seríamos ricos y famosos. Eso ya no lo
sabremos. Pero El Profesor, sigue por aquí y yo agradezco que así sea.
A los Proverbios
del Infierno de William Blake, me gustaría añadir dos más de mi propia
creación: “Es con buenos sentimientos que se hace mala literatura”, y: “No hay
obra de arte sin la colaboración del diablo”. André Gide, Dostoievski, V
(1923).
Esto me mandó el Profesor y quiere que yo entienda….. Tengo
que estudiar y leer.
¡Vive! ¡Disfruta! ¡Comparte!
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