miércoles, 27 de febrero de 2013

El Avión

De viaje…. Por avión… Puro glamour (aaay ajaaaá)

Por ahí dicen que en tiempos pasados, viajar en avión era toda una experiencia de elegancia y glamour, ellos se ponían traje y corbata, ellas sombrero y vestido elegante.
Te servían comida caliente y bebidas frías. Podías fumar y echar taco de ojo con las sobrecargos.
Los aeropuertos eran muy elegantes con salas de espera muy cómodas y una variedad de tiendas y restaurantes (esto ahora está mejor).
Podías transportar una bola de maletas con la respectiva fayuca y además llevarte cositas muy especiales en una maleta de mano juntito a ti.

Las cosas han cambiado un poquito.
Lo primero es que tienes que llegar 2 horas antes en vuelos locales y 3 antes en vuelos internacionales, las terminales parecen estaciones del metro por la cantidad de gente formada y con tanta multitud, el servicio has desmejorado un muchito.
Los atuendos han cambiado un poco, nada de corbatas (esto solo lo sufren ejecutivos muy tempranito en la mañana), sombreros ni en defensa propia, eso sí gorras por doquier. Ahora los viajeros van en shorts, pants, camisetas, iPods y jeans (perece canción de Flans).
Luego viene el tanteo. Casi te encueras para pasar por el arco detector de metales, más vale llevar pantalón con resorte o se te puede caer al quitarte el cinturón. Además, al quitarte los zapatos, obviamente huele a pata (no de res para tostadas) a pata humana. Si la mugre chicharra suena, te va a tocar fajecillo de algún poli y te van a pasar el aparato detector por todos lados.

Ya colocados en las salas de espera, solo faltan 2 horas para treparte a la aeronave que te transportará a tu destino. ¿Qué hacer mientras?
Vas a Duty Free y los precios no son tan Duty Free, en las Bodegas encuentras mucho, a menor precio. Pues vamos a ver qué hay de comer….. Las féminas piden café de alguna cafetería elegante y el café te cuesta unos $45.00 Pesos, yo busco algún antojillo tipo sándwich, (ya me estoy imaginando la comida en pleno vuelo: cacahuates y juguito en caja o refresco en vasito de 60 ml) mejor le lleno antes con algo mejorcito.

Las filas para subirse al avión son como del seguro social, largas y aburridas; no sé por qué si ya tienes tu boleto con número y todo y ni modo que te ganen tu lugar.

Ya adentro del avión, es un amontonadero y pelea por los lugares arriba de tu lugar para poner cositas personales.
Después de recibir las indicaciones por si se cae el avión; (ya para qué, si se cae, no creo que te sirva respirar oxígeno en manguerita) empieza a moverse el armatroste.

Por más viajados que estén, se empiezan a sentir maripositas en la panza, el piloto le acelera como arrancón en el Periférico y sientes que los cachetes empiezan a zangolotearse.

Empezamos a volar, el méndigo avión hace ruidos que provocan que tu mente piense que ya valió algo, conforme va subiendo se sienten como baches y en cada uno sientes que ya te diste en tu mami. Como vas de subida y pasas por las nubes, solo te cuestionas: ¿Cómo ve el piloto hacia dónde vamos, si yo no veo nada? No se nos vaya a estrellar un aerotaxi.

Ya arriba y ligeramente más relajado empiezan los movimientos de pasajeros y sobrecargos: los pasajeros más asustados se forman para ir al baño, los sobrecargos empiezan a caminar por el pasillo como contando víctimas. Así pasan algunos minutos hasta que salen los carritos con bebidas refrescantes, café y los cacahuates.
Como ya les había dicho, los refrescos se sirven en vasitos de a dos tragos que te tomas rápido y con la boca seca del nervio por el despegue. Hay que esperar a que terminen de servirles a los demás para poder pedir otro traguito.
Como se va a tardar este asunto, empiezas a ver que puedes leer de los folletitos que hay en la bolsa del asiento, no hay nada nuevo a lo que ya has visto otras veces y te tratas de dormir. En eso un tope como en microbús sobre Iztapalapa pasándoselo a 80 km/h.
Te agarras de los descansabrazos con todas tus fuerzas y empiezas con las plegarias….

Hasta la sed se te quita con el susto. Además el piloto con voz de sádico dice en el micrófono: “Señores pasajeros, estamos en zona de turbulencia por lo que les pedimos permanezcan en sus asientos con el cinturón de seguridad colocado”

Tú te aprietas el cinturón lo más que puedas y te vuelves a agarrar de los descansabrazos, cada movidita que da el avión, sientes que se va a caer.

Por lo menos a mí, me resuena el mensaje final de la sobrecargo que te dijo “Disfruten su vuelo”…. Hija de su madre, cómo disfrutas ir en una licuadora bien movida a 33,000 pies (son como 10 km) y lo que da miedo es el suelo….
Así pasa el vuelo con muchos brincos, sustos, rezos y ya con más sed por el miedo.

El piloto vuelve a usar su micrófono para avisar: “Señores pasajeros, estamos por arribar a destino e inicia el descenso. Manténganse sentados con el respaldo en posición vertical y su cinturón de seguridad ajustado”
Solo piensas, ojalá ya lleguemos, ya me quiero bajar de esta madre, que se movió más que el Ratón Loco en Chapultepec.

Antes de aterrizar, al piloto todavía se le ocurre enseñarte la ciudad a la que estás llegando, volteando el avión para que la veas bien por tu ventanita, le menea de un lado para el otro y yo no veo nada porqué ya cerré mis ojitos en espera del trancazo.

Al aterrizar (tomar tierra como dicen los expertos) otra vez la rebotada del avión y sientes que te van a recolectar con espátula por toda la pista.
Aterrizaje bien movido y todavía le aplauden al piloto… Yo no y no por falta de apoyo, lo que pasa es que ya estoy tullido del susto y no puedo soltar los descansabrazos.

Al salir del transporte aéreo, todavía recibes la última burla del personal de vuelo que con sonrisita te despiden: “Gracias por viajar con nosotros, ojalá  haya disfrutado su vuelo”

Cuando llegas al aeropuerto, ya afuera del avión,  lo primero que quieres hacer es preguntar:

¿Cuánto cuesta el regreso en tren?

¡Vive! ¡Disfruta! ¡Comparte!

No hay comentarios:

Publicar un comentario