viernes, 1 de febrero de 2013

Las Encajueladas

Nunca hemos sido malos, pero tampoco teníamos camión de pasajeros.

Al transportarnos a algún lugar, teníamos que acomodarnos como sardinas en un Vochito y el Poderosísimo, cuando Beto no disponía de la Combi. Ambos con solo cinco plazas legales.
Ni modo, tuvimos que encajuelarlas.

¿Cómo acomodas a 17 amig@s que van a ir a un día de campo en 10 lugares?
Yo ya tengo mi lugar atrás del volante del Poderosísimo, pero falta acomodar a 16 más. Hay unos de peso completo, muchos de peso medio y una que otra de peso ligero. De estas (ningún hombre es peso ligero) las más extremas fueron Titián y Lucía.
Valientes ellas y de tamaño razonable, fueron voluntarias para irse en la cajuela. (No hagan esto, es peligroso). El tramo a recorrer era de unos 6 o 7 kilómetros. Como traía yo carga viva, me fui despacio, tampoco era cosa de arriesgarlas de más.

Toda esa bola, íbamos a un día de campo a la zona de Xochimilco, aprovechando el calor del verano. Todo bien planeado: alimentos, bebidas y música incluidos con amigas y amigos.

El Poderosísimo contaba con un autoestéreo y bocinas de alta potencia, como ni nos acordamos que traíamos pasajeras cajueleras, pues le subimos al volumen como si fuéramos solitos y medio sordos. Al ir despacio, el trayecto duró unos 20 minutos. Buena plática en el interior del auto, mucha risa y uno que otro empujón con su respectiva queja de “¡Hazte para allá”! Varias veces se quejaron del calor que hacía adentro del coche.

Aquí debo aclarar, que tenía yo unos meses con negocio nuevo, iba yo a ser criador de conejos asociado con Bisteni. Compramos 4 conejos, 2 machitos y 2  hembritas. Como somos rete humanitarios y no los queríamos tener en jaulas, pues que le construimos su condominio horizontal en un cacho de terreno que nos prestaron. Los condenados conejos son muy amorosos y que estos 4 se convierten como en 50 en unos 6 meses. Yo ya no sabía ni quién era la mamá de quién, todos orejones y todos tragones. Con la producción en marcha, recibimos nuestro primer pedido de 2 conejos.
Lo que no contábamos, es que estos especímenes criados como mascotas, iban a dar a un Laboratorio de Investigación para hacer ciertas pruebas. Al enterarnos de posible futuro de nuestros conejos, decidimos dejarlos en libertad (además que no nos sobraba ni un quinto para darles de comer) y ahí terminó este negocio.

Seguro ya están pensando que este Conocedor ya está perdido, que empezó hablando de encajueladas y ya estamos en los derechos animales y una bola de conejos muy querendones. No, esto viene al caso, porqué en la cajuela donde iban recluidas Titián y Lucía, habían viajado varios costales de alimento para conejos, algunos materiales de construcción y varios conejos vivitos y coleando. Lo que nunca pensamos, es que los conejos no avisan que quieren hacer del 2 y que las jaulas no tienen WC….

Ya se están imaginando las reclamaciones de nuestras heroínas al abrir la cajuela y estar listos para iniciar el día de campo.

Rafael, que le echaba los perros a Titián, bien caballeroso, ni se bajó del Vocho, Bisteni se fue a esconder al campo cual conejo recién liberado  pero más asustado, las otras niñas se tapaban sus oídos al oír las palabrotas que salían de las sexyboquitas de Titián y Lucía. Los demás se hicieron weyes con eso de que había que bajar las cosas e iniciar la fogata.

Yo tuve que apechugar la molestia de tan delicadas damas (que apestaban más feo que los conejos), venían casi sordas con el ruido a todo volumen, sudadas cual taco de canasta con el calorón de aquel verano y con sus ropitas muy manchadas por residuos tóxicos de conejo.

Me dijeron de todo, no me pegaron, porqué son muy educadas y pacifistas, tampoco me hicieron ir a comprares ropita nueva porque sabían del fracaso empresarial de los conejos, pero del volumen, calor, olor y zangoloteo, me dijeron todo.

Todo el día de campo me veían con recelo, como con ganas de madrugarme y aventarme a la fogata, Lucía, que era uno de mis sueños guajiros,  me lanzaba miradas de “méndigo, a ver quién te hace caso” y nunca me peló.

Ya pasaron varios añitos ambas son bellas mamás, muy trabajadoras y ya huelen bien. Espero que ahora que se acuerden de cuando fueron encajueladas, no retomen su rencor de día de campo contra mí.
Además: ¿Yo que culpa tenía de querer ser empresario conejero?

Ahora que lo pienso, ellas se ofrecieron como voluntarias y yo me sentí medio achicopalado todo el día por SU CULPA….

Pero: ¡Las perdono!

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