Todo
inicia con que la Cachorra quiere un perrito, que las mascotas son maravillosas
y la va a cuidar muy bien……. Uno se niega porqué ya tuve 3 méndigas perras en
mi vida y las tres creían que la mascota era yo.
Antes
de ir a por la perrita que se viene a vivir a la casa, hay que hacer planes del
servicio técnico que va a requerir. Una Boxer, que dicen es buenísima para los
niños. Había que preguntarle a la Boxer, si los niños son tan buenos para ella.
Hay
que darle de comer diario. Mi Cachorra es la que se compromete a esta ardua
tarea de poner croquetas en su plato y agua en el otro plato.
Hay
que llevarla a vacunar y a revisar. Cuando llegó la Lila, el Oso de Peluche ni
opinaba, entonces las féminas de la casa me asignaron esta tarea, para que sus
pelos quedaran en el Micro y no en el carrito de Mi Chiquita. Pues yo.
Hay que
bañarla cada 15 días. Mi Cachorra se ofrece si pensar que es una cachorrita de
Boxer y que en unos meses va a ser un perrote. Ella sabrá.
Hay
que limpiar sus ….. Por qué no va a usar el baño: Aquí si todos gritamos
¡¡Zafo!!. Después de una larga negociación y amenazas de que no va a haber
perro, La Cachorra se compromete a ser el servicio de limpieza de la nueva
integrante.
Estas
fueron las negociaciones básicas,.
En
menos de lo que cantó un gallo, que la Lila se anexa a la familia y empiezan la
fricciones.
Cuando
llegó, salieron las primeras dudas.
¿Dónde
va a dormir de cachorrita? Fácil, en la
regadera para que no haga desastres. El primer desastre, fue que gritaba como
si la estuvieran torturando entre 3 rottweiler de matones profesionales, ahí
siguieron más desastres como zapatos masticados, patas de cama roídas, juguetes
convertidos en basura y uno que otro periodicazo de por medio.
Después
de varios meses de adaptación de perrita-familia, la Lila se quedó a dormir en
la entrada de las recámaras con su cobija perruna. Ya no grita a menos que haya
fiestas nacionales con cuetiza de por medio y tampoco destruye nada.
Ni idea teníamos que la Lila iba a dormir adentro de la casa y que hay que abrirle a las 7:00 AM a más tardar para que salga a ensuciar lo que la Cachorra debiera limpiar, que había que sacarla a la terraza cuando hay visitas (es muy sociable y se quiere acostar arriba de cualquier invitado o te está dando la pata hasta que la acaricies durante las siguientes 3 horas), que sus patitas no usan zapatos y ensucian todo el hogar que ella deambula con total confianza y que nos mintieron con eso de que no suelta pelo…. Tiene 2 temporadas en el año, en las que creíamos que se iba a volver Xolosecuincle.Después
de 6 años de convivencia, las responsabilidades finalmente quedaron así:
Mi
Chiquita y su seguro Conocedor nos turnamos para que no se muera de hambre y
sed. Yo voy siempre por las croquetas.
Mi
Chiquita mienta madres cada tercer día que no viene Bertha y tiene que limpiar.
La Lila ni se inmuta a pesar de su apodo de esos días: “Chingaoperro”.
El
baño corre a mi cargo, pero debo decir que la Lila coopera muy bien, aunque
ponga la cola y orejas bien agachadas, se deja bañar cual “seño” en spa.
Las
visitas al veterinario son en familia….. es que saliendo de ahí vamos por
helado o nadie me acompaña.
La
limpieza interior de lo que dejan sus patas y pelitos, corre a cargo de Bertha y en caso de
desesperación o de visitas, Mi Chiquita se hace responsable.
La
Cachorra solo le dice: “aaaayyyyy mi bebeeee tan bonita”, la condenada Lila
pone ojos de borrego a medio morir y se deja querer mientras babea lo que nadie
quiere limpiar.
Debo
reconocer que Lila es una excelente compañía, una maravillosa compañera de
juegos de mis hijos, un miembro más de la familia, siempre te mueve la cola, que te recibe con mucho gusto,
que siempre quiere estar con nosotros y nunca te reclama nada.
Eso
sí, como cualquier perro que se digne, pone cara de callejera de carnicería en
la Merced, para ver si le toca algo de cualquier plato que este en el hogar.
Dicen
de la vida de perros. Yo si sería Lila.
¡Vive!
¡Disfruta! ¡Comparte!
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