Con eso de que soy del sexo masculino, tengo características muy diferentes a las del otro sexo. Una de las que les voy a platicar es la percepción del tiempo, su uso y abuso. Ahí voy.
A
algún ocioso babilónico, se le ocurrió observar a la luna y empezar a medir el
tiempo por medio de un calendario lunar (estoy segurísimo que ere babilónico y
no babilónica). A partir de ese momento, los de mi sexo, empezamos a sufrir.
Ya
muy modernos, tenemos desde siglos hasta segundos, pero hoy solo hablaremos de
los minutos.
Bellas
todas, un minuto dura sesenta segundos y ni uno más, si no me creen,
verifíquenlo en un relojito (chequen en sus celulares, todos tienen relojes y
todas traen celular aunque sea viejito).Cuando a uno le dicen: “A las nueve nos vamos a la cena en casa de la Puquis.” Debes estar listo, bañado y perfumado a las nueve. Pasan varios minutos más y ella está revisando “¿qué se va a poner?”…… Yo solo pienso que para que me dijeron que a las nueve, hubiera seguido viendo la tele echadote y con mi light. Pasan cerca de 45 minutos de 60 segundos cada uno y me indica:
-¡Qué esperas, te dije que a las nueve!
Yo,
seguro de mi mismo contesto: Yo ya estaba listo desde hace mucho. -Me tardé por tu culpa, como no tengo nada que ponerme tuve que buscar muchísimo.
-No te enojes, luego vamos al tianguis.
-Menso, no es chiste, ya vámonos.
En
ese momento sucede un imprevisto. Ella preocupada expresa: ¿Dónde dejé el celular?... No me puedo ir sin él, a lo mejor algo me
tiene que platicar mi mami y si no le contesto se va a preocupar. En un minuto (O
sea 60 segundos) lo encuentro.
Yo me siento en la escalera mientras escucho un rumor como de tsunami en la recámara, asustado corro a ver si no le pasó nada. No hay daños visibles, solo veo volar como 10 vestidos que se probó antes de vestirse, una bota pasa volando cerca de mi cabeza con peligro de ser degollado, hay como seis bolsas regadas por todos lados y abre una por una para buscar su aparato comunicador, hasta que me dice “márcame para encontrarlo”. Para esto ya pasaron más de 10 minutos. Obediente le marco y el celular suena……. en la cocina.
Cincuenta
y cinco minutos después de la hora marcada nos dirigimos a casa de la Puquis y
como ya se hizo tarde, pues el tráfico está más ligerón, al llegar encontramos
lugar cerquita de la puerta de la anfitriona y me estaciono como taxista a la
primera. Ahí empieza otro minuto.
-Espérame un minuto en lo que me doy una
peinadita y checo el maquillaje.
Solo
pienso ¿Y los 55 minutos de retraso, de qué sirvieron?Después de unos cuatro minutos, me empieza a dar sueñito sentado en el lugar del piloto y por error pregunto: ¿Ya estás lista?
-Yo no soy como tú que no le importa ir fachoso a todos lados. Espérate un minuto.
Otra vez pienso: ¡Chin otro minuto! Y empiezo a revisar la calle, no sea que nos vayan a asaltar por estar ahí afuera o que nos agarre la patrulla y nos acuse de faltas a la moral sin goce alguno.
10 minutos después de estacionarnos (también de 60 segundos cada uno), por fin vamos a acceder a la reunión con hartas ganas de botanear y cotorrear con el compadre.
En
la mera puerta me dice: “Espérate tantito,
¿Me veo bien?”
Ya
la experiencia me indica, qué debo contestar si quiero botana en menos de 30
minutos de posibles retoques en el coche: ¡Te ves mirreinísima!Pues que entramos y sorpresa; ¡No ha llegado ningún otro convidado!
El compadre nos recibe y ofrece bebidas y viandas que luego, luego acepto.
Mi Chiquita pregunta: “¿Y la Puquis?”
El sufrido compadre solo dice: “Me dijo que en un minuto baja, que está terminando de arreglarse.”
Conforme
llegan las parejas invitadas, reconozco las caras de los hombres que pasaron
por varios minutos femeninos (de mucho más de sesenta segundos), donde sus
rostros reflejan una sed y hambre generadas desde hace un par de horas estando
ellos ya listos.
Al
final como a las 5 de la mañana, ya nada más falta el Goodbye Tour.
Recordatorio:
Un minuto equivale a sesenta segundos.
¡Vive!
¡Disfruta! ¡Comparte!
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