Ya
hace algunos ayeres, Cacho fue mi primer socio para “alquilar” (no sean mal
pensados, así se le decía al servicio de poner música grabada en fiestas y como
hasta la fecha ninguno toca algún instrumento y menos canta, pues era grabada),
después de un par de años me heredó a sus hermanos: Rafael y Sergio.
Con
estos tres aprendí que no hay música mala, que cualquier canción, melodía u obra
magistral requiere de un ser con sensibilidad especial, que logra transmitir un
mensaje y muchas veces sentimientos, a través de letra y armonía.
Como
somos de la época Disco (ni se hagan los muy jóvenes, que todavía se sigue
poniendo en los antros), no nos gustaba la música en español (qué brutos
¿verdad?). La tendencia a escucharla y apreciarla nos “obligó” a hacerla sonar
en nuestras potentes bocinas y así, se integraron a nuestro repertorio, desde
baladas y boleros, hasta cumbias y Cha Cha Chas, al principio en Bodas y 15-Años,
a las que iban los “señores mayores” y no bailaban Disco Music.
En
aquella época, yo ponía las lentas (tiempo bautizado por Daniel como la “Hora
del Tallarín”). Hoy dicen que hasta provoqué embarazos no deseados.Rafael y Sergio que tienen mucho más ritmo y le movían mejor a las tornamesas, ponían la música para bailar y muy bien “mezclada”.
Con
nuestros servicios, hicimos que muchísima gente se divirtiera, que conviviera,
bailara y disfrutara unas horas de pachanga, que a la fecha recuerdan y nos
recuerdan. Lo mejor es que nosotros también lo disfrutamos muchísimo junto a
unos 20 gorrones que nos acompañaban a cada “alquilada”.
Hoy
ya oigo de todo, mi amigo El Profesor toca música clásica en piano (de verdad
toca rete bien y me invita de gorra),
soy amigo de Álvaro Carrillo Jr. con
quién he compartido varias veladas escuchándolo cantar música de su padre (me
encanta El Andariego),
soy superfan de José Alfredo desde que escuché por
primera vez “Ella” y para mí “Sigue siendo el Rey”.
Eso
sí, lo de la bailada se lo dejo a cualquier otro…. Si un día quieren ver a un
humano imitando a un oso de circo bielorruso, entumido y bailando, díganle a Mi Chiquita que me saque a bailar.
Seguro
han bailado “No rompas más”, bueno pues si quieren terminar la canción sin
lesiones en las espinillas, bailen lejos de mí. Con YMCA, mejor hagan como
boxeo de sombra por qué no respondo chipote con sangre. Y si de mala suerte les
toca estar junto a mí mientras suena el Can Can, ¡corran por sus vidas!
Para
evitar lastimados y mentadas muy merecidas, mejor dejo que bailen los demás
mientras botaneo y echo taco de ojo entre las bailarinas.
La
música une a la gente, la hace bailar, soñar, reír, pensar y (aunque a mí no me
gusta) llorar.
Un
tip al sexo masculino: Al que baila, nunca le falta pareja, así como al que
cocina tampoco.
¡Vive!
¡Disfruta! ¡Comparte!
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