Si
tengo que comprar un traje y de puro churro me queda el saco del ancho de mi
espalda, las mangas me llegan a las rodillas. Soy anchito pero de brazo corto.
Algo parecido pasa con el pantalón de vestir: el que viene con el traje
normalmente me queda como para hacerle una valenciana de 30 cm y no se ve muy
elegante, además me falta trasero, entonces parece que traigo pañal anti
escurrimiento.
Desde
antes me pongo nervioso, es casi como ir al doctor.
Lo
primero es la toma de medidas.
Ya
paradito en un banquito en el que tienes que mantener el equilibrio como tigre
amenazado por el látigo y con las garras listas para agarrarte de algo en caso
de posible caída, empiezan las mediciones.
Primero
en ancho de la espalda, sigue el cuello, luego el largo de los brazos desde los
hombros y la segunda desde la axila, ahí empiezan las cosquillas y el movedero.
Seguro Don Ruy (mi sastre) me va a regañar para que me esté silencio (así dice
él).
Ya
con esta información, sigue la medida del pecho, panza y el largo del saco.
Esta es la parte fácil.
Los
nervios crecen con las medidas del pantalón. Primero la cintura, luego el largo
de la pierna desde la cintura hasta los pies y cuando te miden por dentro de la
pierna…. Entonces si te dan ñañaras. Sientes que te palpan como si fuera Papanicolaou,
los escalofríos corren por todo tu cuerpo y sudas como en sauna. Ya entrados en
medidas, pues hay que ver la de la cadera y ahí termina la primera parte.
Don
Ruy te cita para dentro de dos días para verificar que el traje vaya quedando
perfecto.
Pasados
estos dos días, regresas al banquito y te ponen unos trapos todos rayados, sin
mangas, ni un botoncito o bolsa. Con un gis que parece Alka Seltzer te raya
toda la espalda sobre el trapo (otra de cosquillas). Te pone las mangas y las
atora con alfileres (ven como se parece al Doctor, cualquier cosa que pueda
herirme es de miedo). Más rayadas con el gis, más cosquillas y nada de ver
claro cómo va a quedar tu vestimenta.
Pasas
a probarte el pantalón, que tampoco tiene botones o cierre. Lo tienes que detener
con tus manos antes de mostrar la trusa a todos los presentes. Otra vez los
nervios de la palpada de pierna y los gisazos en las nachas para que no parezca
pañal.
La
verdad, si no voy al sastre, mejor voy enmascarado.
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