lunes, 21 de enero de 2013

Cursi. Cursi. Cursi XV

Por haber nacido antes de tiempo, me tocaron algunas fiestas de XV Años que vale la pena recordar.

Primero les comento que, gracias a la rebelión de las nenorras quinceañeras, se acabó lo ñero en sus 15 primaveras. (Creo).

Si a alguna lectora le tocó una fiestecita como la que detallo en siguientes renglones…… no me reclamen por balconearlas, así era la costumbre.

Primero los disfraces:
Para los hombres era obligatorio el traje (el color era lo de menos). Me tocó ver trajes azul clarito con zapato café y calcetines negros, combinados perfectamente con una corbata multicolor pero con morado dominante. Esto le tocaba ponerse desde al abuelito hasta los pajecitos (SÍ IBAN PAJECITOS CON LA QUINCEAÑERA).

Para ellas el vestido largo y entallado era lo máximo. Este normalmente destacaba la parte posterior y la lonja en la parte frontal, la pechuga resaltaba como almohada en funda chica y por colores no había límite, solo el rosa estaba prohibido (era para la festejada). Las pobres enanetas iban con vestidos como de pastel con mucho merengue y crinolinas (yo pensaba que habían desaparecido a partir del GOGO) y sin poder faltar un moñote que de milagro no les lastimaba el cuello.

Los Chambelanes: Pobres cuates, había que rentar el Smoking o algún trajecito tipo militar, no había uno igual en cualquier grupo de los danzantes compañeros de la nena festejada.

Finalmente la quinceañera: Vestido de tul rosa, con falda amplia para que en el baile se vea retebonita, tiara que se les caía a cada paso y quedaba como rompecabezas tridimensional. Moños por todos lados (parecían adorno floral pero de tela), zapato alto (era la primera vez que lo usaban con su respectivo pasito tipo pollo espinado) y maquillaje como de muñequita de cerámica con unas chapas rojas, rojas..

Muchos rentaban autos con “quemacocos” para que la niña saludara a todos en su camino a la flor de la edad. De milagro no hubo muchas degolladas, no crean que los quemacocos antiguos eran muy seguros y muchas veces se cerraban con un enfrenón.

Ya en la pachanga, me tocaron cenas de sándwiches, gelatina y ensalada rusa, hasta camarones con filete. De esto no me quejo porqué le entro a todo.

Aquí me voy a enfocar en unos XV Años en la Ciudad de México.
El evento se realizaría en Salón de Fiestas sobre la avenida de Los Insurgentes y con capacidad como para 100 mesas de 10 personas cada uno. Candiles Muy elegantes (en 1948), cortinas de terciopelo dorado, monumental escalera para que bajara la homenajeada con todo y su nube de hielo seco.

Ya reunida la familia y amigos, todos esperamos a que ya salga la niña (no nos han servido ni agüita). Como somos los del sonido, nos avisan que ya hay que poner la canción de la quinceañera (Era La Balada para Adelina y luego Night Fever de los Bee Gees). Se apagan las luces, empieza la música, sale el humito del hielo seco, se forman los chambelanes y hace su gloriosa aparición la festejada. Luces negras (que transparentaban la ropa interior de casi todas las invitadas y empiezan a ponerse sacos, suéteres, chales y hasta servilletas para que no se vea nada). Empieza el baile, los chambelanes aparecen unas sabanotas que ondean para que se vea más padre, la quinceañera  pierde la tiara en un tropezón en la escalera y empieza el ballet, los pobres chambelanes, aunque practicaron, bailan como si escucharan diferentes canciones.

Una vez que terminaron las dos melodías, nos piden repetirlas por qué no se vio nada en la película que estaban filmando y ahora va a ser con todas las luces prendidas……. Pues a repetir, aquí si se nota todo lo anterior pero muy bien iluminado.

Viene el discurso, como el papá ya anda medio jarra y se le olvida lo que iba a decir, la mamá le arrebata el micrófono y nos platica como durante una hora, los logros y sacrificios que ha realizado ella por su niña. Que espera que salga igual que su santa madre (la abuelita que llora), que sea una mujer de bien y que la entrega en sociedad.

Continuamos con el baile inicial, con todos (SABEN QUE ES TODOS, hasta a nosotros nos tocó) que bailan con la agasajada.

Ya luego empieza la pachanga con muchas cumbias. Bailongo hasta las tres de la mañana, el maquillaje de la quinceañera ya quedó como de payaso después de su quinto acto en el circo, la mamá está más jarra que el papá y llora por cualquier comentario que le hagan, los chambelanes perdieron el estilo y están tratando de ligar a alguna prima o vecina que esté disponible. La abuelita ronca en su mesa desde hace como tres horas, el padrino, con varias cubas encima, amenaza a medio mundo, con que respeten a su niña o se las ven con él.

Le cena consistió de una crema de elote, pechugas de pollo al chipotle y pastel, pero a las dos de la mañana llegan chilaquiles verdes, que los invitados pelean como si fueran de oro.

Los de la música somos de los últimos en salir y nos toca ver a los invitados salir hacia sus destinos. Hagan de cuenta que salieron de una lucha multitudinaria de todos contra todos. Unas van sin zapatos y con los vestidos manchados cual trapo de cantina, ya observo muy pocas corbatas en el cuello, pero muchas en la cabeza. Los sacos los traen puestos las friolentas (a los meros machos no nos da frío, especialmente con medio litro de licor en el cuerpo). De los peinados de salón solo queda el recuerdo. Salen más de uno, arrastrados por alguna alma caritativa que los va a colocar en el coche y se les olvida la abuelita dormida en su mesa. (Si regresaron por ella.)
Esto fue hace más de 25 años, o sea aquellas quinceañeras hoy son cuarentonas.

La más reciente fiesta de XV años a la que fui requerido, no se parece en nada a aquellas. Fue como de antro, decoración estilo lounge, música para los “jóvenes” y les vale gorro que haya ido la abuelita (colocan a los adultos en otro salón, pa que no den lata). La vestimenta ha cambiado radicalmente, ellos de jeans medio rotos, tenis y camisas, ellas con tacones como de 45 cm y minifaldas como de 5 cm. Eso sí, con los zapatos siguen sufriendo como pollos espinados. Yo ni corbata llevé.

Si yo fuera quinceañera actual, la verdad pediría Viaje en lugar de Fiesta y sin mi abuelita.

¡Vive! ¡Disfruta! ¡Comparte!

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