Todo
inicia al llegar junto al Chavo, muertos de hambre, a revisar qué encontramos
en la alacena, refri y/o cualquier otro rinconcillo donde se guarden alimentos.
Encontramos
un aguacatón como de medio kilo, bien maduro y con cara de ya cómanme o me
pongo negro. Primero pensamos en unos taquitos de aguacate con panela y chile
serrano picado. Ni un pedacito de queso encontramos.La única opción en ese momento fue una caja de galletas saladas, todavía nueva.
¿Han
sentido hambre con desesperación? Es como la ganas de ir al baño, ya estando en
él y con el cierre atorado…. Sufres, tiemblas, los escalofríos son cañones,
sientes que estás a punto de reventar, sabes que la satisfacción está a unos
centímetros y el tiempo se hace larguísimo. Pues así andábamos.
La
condenada caja de galletas estaba cerrada (pero con grapas de esas que
necesitas desarmador para quitar), el aguacate nos veía con ansia…. No hay
solución a la vista. Chavo agarró un arma blanca (léase cuchillo bien filoso) y le mete la primera cuchillada al aguacate. Imaginen, cáscara totalmente negra y al herirlo, se ve un color verde claro, como de ojos de italiana bien bronceada, invitándote a probarla.
Mientras tanto, yo lucho con la caja de galletas que se defiende cual gato bravo.
Decido
tomar la misma arma que sirvió para el sacrificio del aguacate y atacó a la
caja de galletas………. Muy precavido como soy, decidí que el cuchillazo sería
hacia “el frente” no vaya a ser la de malas y me acuchille la panza. Todo
preparado, el cuchillo en posición de ataque con su punta ligeramente
introducida en la rendijita de en medio, la caja se ve nerviosa y su fin se ve
cercano…..
Aplico
todo el poder de mi musculatura para abrir la caja con el cuchillazo mortal y
que se defiende. La méndiga caja resultó de cartón flojito (eso sí, de grapa
muy fuerte), al aplicar mi poder, el cartón se rasga y el cuchillo termina en
mi dedo que quedó casi degollado. Con el dolor a flor de piel de dedo, agité mi
manita de arriba para abajo y de abajo para arriba. Como la cortada estuvo
buena, pues salió más sangre que en Rambo 22, esta fue a parar a la mesa, al
aguacate, a la pared y a la anatomía de Chavo.
Cuando
me recupero parcialmente de la herida, veo al Chavo ensangrentado de la cintura
para arriba en su muy blanca camisa y no tan blanca cara. Otro susto de vida
que no se me olvida. Pero solo me pregunta: “¿Te cortaste?” ¿Por qué hacemos
ese tipo de preguntas cuando el nervio ataca?
Si y
me duele. (Respuesta más que obvia)Ya ven como somos de metiches los mexicanos que queremos ver a los heridos de cerquita. El Chavo luego, luego dice: A ver….. Que le enseño y casi se desmaya (yo mejor ni vi) y me dice “Creo que se te ve el hueso” y pensé, igual que al aguacate.
De
ahí córrele al hospital para que no me fuera a quedar sin mi dedito, que iba
bien cobijado en una servilleta, rodeada de hielo y metida en una bolsa de
plástico.
Al
llegar al hospital, le enseñé mi dedito herido a la recepcionista que rauda y
veloz me pregunta: “¿Qué le pasó a su compañero que viene todo sangrado?”. A él
nada pero me corté mi dedito: Ya apreciando la emergencia, me indica que le
corra al cubículo 8 (les estoy inventando el número porqué ni me acuerdo). Ya
en el cubículo llegan 2 doctores como de 20 años cada uno y me preguntan. ¿Pues
que pasó?El menso de Chavo les dice: “Fue una cuchillada”
Los doctores: “Entonces hay que avisar al Ministerio Público”
Yo: No mamen, me lo di solito.
Los doctores: “¿Tienes depresión?”
Yo: No nada más tenía hambre.
Después de mi respuesta, ya ni me preguntaron más…
Empieza
la reparación del dedo:
Primero
que lo tallan con una solución antiquiensabequé, con una telita que al tallar
dolía como mordida de víbora. Yo que me empiezo a marear, los doctores se
burlan y me dicen “Tan grandote y tan chillón” y yo que les digo: Si me
desmayo, me van a tener que cargar. Fue el primer momento que se pusieron
serios y que me acuestan en una camita.
Ya
limpiecito mi dedo, que empiezan con las inyecciones para que no me doliera el
punto de cruz. Aquí si grité: te pican con una aguja en la parte de la mano, donde
inician los dedos, luego entre uña y dedo, finalmente alrededor de la herida.
Mis gritos hicieron que hasta el doctor de junto se asomara a ver qué pasaba.
Ya
con el dedo dormido, que me lo reparan como si le pusieran manga al chaleco. Y
salí con mi dedo muy vendado y cita dentro de 5 días para quitarle los puntos.
Ya
de regreso al enfrentamiento con el aguacate y sus galletas, le quitamos la
parte sangrada (acuérdense que fue lo único que encontramos), la caja de
galletas cedió (la abrió Chavo con mucho cuidado) y saciamos nuestro apetito
con galletas y aguacate, solo usando la mano derecha.
Lo
que no recuerdo es si el Chavo se lavó la cara antes o después de la botana.
¡Vive! ¡Disfruta! ¡Comparte!
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