Pues yo contaba con uno así…
Déjenme
les cuento de mis generales, por parte de padre, mi abuelo estaba peleado con
la comida callejera y no había poder humano que lo hiciera probar algún
antojillo preparado fuera de casa. Mi
abuela materna, por el contrario, comía cualquier cosa que se le cruzara en la
banqueta, mercado o puesto. Solo evitaba los tacos de “vueltita” (Al Pastor
para el resto del género humano) porqué te daba cisticercos y te morirías
tarado.
En
la casa materna era al revés, el abuelo se ingería cualquier alimento suficientemente
masticable y la abuela solo lo preparado en su cocina.En este asunto de comida callejera, su seguro Conocedor salió bastante combinado entre los abuelos tragones de alimentos callejeros.
Como
mi amigo Bisteni estaba muy bien educado, no comía nada preparado en la vía
pública pues podía morir de una salmonela marca diablo y con dolores que ni un
mártir de la Edad Media hubiera podido sufrir.
Su
mamá (que cocina increíblemente bien y con especialidad libanesa) le tenía
prohibido probar alimento fuera de casa. Lo que no contaba, era que por ahí de
los años 70 que íbamos (no que estudiáramos) en secundaria, su impecable hijo iba
a hacerse mi amigote y en alguna ocasión en que regresábamos de las aulas del
saber con un hambre feroz y solo con unas moneditas en el bolsillo, me topé con
un carrito de hot cakes callejeros y con el hambre mencionada e invirtiendo el
máximo capital posible de mi muy pobre bolsillo, pedí uno con cajeta.
Mientras
lo preparaban, yo me relamía los bigotes por el antojo acompañado del aroma.
Bisteni ponía cara de “ya me quedé sin amigo”, “seguro va a caer fulminado a la
primera mordida” y la más significativa “Wácala, cómo se atreve a comer eso”
mientras tanto, sus ojos salían de sus órbitas, la boca se le torcía como
churro friéndose en aceite y la tez se le ponía blanquecina…..
Al
recibir mi hot cake bien encajetado, le di la primer mordida (no es que fuera
yo díscolo, pero el hambre estaba canija) y luego le ofrecí un pedacito….. Empezó
a emitir ruidos guturales como de crudo recién despertado y pensé que se
desmayaba…antes de que pudiera reaccionar, partí un pedazo de mi manjar y se lo
puse en la mano. Como era muy educado (luego se le quitó cuando se libró del
dominio materno), no le quedó otra más que comerse dicho bocado. ¡En ese
momento nació una leyenda! Al probar el hot cake, su mirada tomó un brillo que
yo nunca había visto, su sonrisa se hizo más serena, la piel tomó un color
entre rojizo y morado (a lo mejor estaba muy caliente), suspiró y pidió uno
para él solito.A partir de ese momento, no hay quién lo pare, traga casi de todo. Puede devorarse uno 8 pastores con doble tortilla, tortas de salchicha roja, tostadas de chorizo, tacos de carnitas al por mayor, quesadillas y hasta campechanos con harta salsa del Villamelón.
Todavía
no termina su educación culinaria, (no le gustan los insectos y ni los ha
probado) pero un día se los doy a traición para ver si hay otra transformación.
Hoy
que hemos madurado (si chucha), tanto Bisteni como yo, seguimos probando muchos
antojos callejeros y no tan callejeros. Nos gusta la comida y hemos descubierto
muchos lugares donde disfrutarla y compartirla con más cuates.
Que
hubiera sido de la vida culinaria de Bisteni……. sin aquella primera vez con el hot cake con cajeta.
¡Vive!
¡Disfruta! ¡Comparte!
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