Después de 35 años de no mover mi
anatomía más de lo básicamente necesario, el Doc me dice que haga 30 minutos de
ejercicio al día.
¿Porqué me trata así? ¿Qué no somos
cuates? Hasta le pago la consulta…….Esta es siempre la indicación de cualquier médico que visite uno, desde el dentista hasta el Dr. Scholl.
Pues desde la semana pasada, que
inicio con la bici fija y en mi casa:
Día Uno. Me subo y empiezo a pedalear
como Armstrong (no el astronauta) esto dura 37 segundos cuando ya siento mi
corazoncito latiendo rapidísimo, como cuando veo videos de Shakira. Ya estuvo,
ya hasta sude.
Día Dos. Me subo y me bajo porqué
tengo que ir al baño. Ya aposentado, que me pongo a leer un libro y se me
olvidó el ejercicio.
Día Tres. Mi Chiquita ya me inscribió
al “club” porqué en casa me hago “el wey” y pues no me subo a la bici. Dejo el
deporte para el día siguiente que ya voy a ir al club.
Día Cuatro: Me visto como para bajar
30 kg esa tarde: Tenis, calcetas, mis licras, calentones, faja térmica, de esas
pulseritas peludas en ambas muñecas y otra en la cabeza (voy a sudar muchísimo)
y para terminar, pants, sudadera, guantes pa las pesas y mi Ipod para no perder
el ritmo. Al verme al espejo, parezco indigente gringo, que encontró mucha ropa
desechada en el basurero y se puso toda, solo me falta una gabardina.
Nos lanzamos al gimnasio, se pega mi
Chiquita para verificar que de perdida me baje del coche y no haga escala en
alguna taquería.
Ya en el gimnasio, que está todo
limpio, ordenado, alumbrado y lleno de puro deportista pujando, que me asusto y
trato de regresar al coche, pero con tanta ropa puesta, me cuesta trabajo
moverme, mi Chiquita me ataja y a jalones me sube a la bici.
Además le llama a
un instructor, que mide como 1.60, pesa como 50 kg y por lo que calculo, tiene
como 17 años…… El méndigo, me dice que le de a la bici, para empezar, 30
minutos (ni cuando iba al super por gansitos en mi Choper). Ya después vamos a
los aparatos.
Como soy reteoptimista, trato de
encontrar lo bueno del sufrimiento que inicia y busco alguna fémina de cuerpazo
para observar. Esto no sucede y no por falta de paisaje, sino porqué empiezo a
sudar cual caballo en el hipódromo y las gotas de sudor caen en mis ojitos (la
bandita peluda en mi cabeza no sirve para nada) y como arde, pues los cierro y
no veo nada.
Tres minutos después, le grito al
instructor, que ya voy a los aparatos. Yo creía que como en ninguno de ellos se
podía pedalear, el ejercicio no iba a ser tan torturador…. Error.
El primero que me indica el
instructor, es como una silla de tortura, tiene unos tubos que cuelgan desde
arriba y los tienes que agarrar con tus manitas enguantadas. Fácil: abrir y
cerrar nada más 20 veces. Volteo a ver el peso que tiene al aparato y pensando
en mi clásica fortaleza muscular, que le subo como a 300 kg, para “marcarme”
rápido. Ya colocado en posición de como señora que va a dar a luz pero en
cuclillas que le jalo con toda mi fuerza, el aparato no se movió, me dolió como
si de verdad hubiera sido un parto,
creo que hasta se me salió un purrún
del pujido que me aventé y ni siquiera un cuadrito me salió en el abdomen. (Para
motivarme no le digo panza). Ya solo faltan como 20 aparatos en la rutina…..
¡OMG!
Como era el cuarto día de ejercicio
(ya jueves, porque los mexicanos empezamos todo en lunes) Tengo la esperanza de
un fin de semana muy próximo, para echarme en mi cama, con una buena botana a
ver la tele, aunque no la prenda.
¡Ay cómo me duele! Diría El Gallo de
Oro
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