Acabo
de leer un Blog publicado en abril, 2012; donde se critica duramente lo que
escribimos los terrícolas normales.
No
todos somos intelectuales, superdotados y vanidosos dueños de la verdad y la forma
de decirla y acá su Conocedor, menos que todos.
La
autora Carmen Pacheco (que ni idea tengo quién sea), llama a estos textos desde
“frases de no más de 140 caracteres y no
llega ni siquiera a escupitajo vital” hasta “narraciones baratas”.
Menciona
también: “hay cosas que se sienten, se
piensan o se sufren que no deberían ser publicadas nunca, sobre todo si uno no
tiene la habilidad para comunicarlo adecuadamente y sobre todo, si no tiene un
buen propósito para hacerlo”
Aquí
el link a este texto. http://carmenpacheco.es/enfermedades-de-internet-las-malas-narraciones/
Yo
pregunto: ¿Quién me da permiso de escribir? ¿A quién le pregunto qué puedo
escribir? ¿Quién me cataloga y corrige porqué es intelectual o un@ gran
escitor@?
Me
respondo: NADIE. También pregunto: ¿Solo los muy instruidos, que tienen buena letra, acomodan bien sus cajones, cuentan con excelente redacción y ortografía tendrán derecho a expresarse?
No creo…. No le saquen a Internet, aquí sí hay más “democracia”.
¿O
será que sus medios tradicionales se están haciendo chiquitos? ¿Qué el público
ha encontrado otras opciones que le resultan más atractivas? Puede ser….
La
crítica no se limita al escritor@, también el – la lector@ sale mal parad@ al
decirle: “No se editan, ni siquiera se
autoeditan, y rápidamente quedan validadas por lectores de escaso criterio que
las alaban, las reproducen, las imitan y las contagian.”
En
nuestro canal de Neurótica TV, hemos recibido comentarios muy buenos y muy
malos (ya nos dijeron que la gente de TV no se debe meter en Internet: ¿Dónde
dice?). Todos son válidos y se toman en cuenta.
http://www.youtube.com/user/NeuroticaTV
Cualquier
medio de comunicación tiene una gran ventaja para el público. Se puede decidir
leerlo, verlo, escucharlo o no.
Si
no les gusta: ¡Cámbienle, apánguenle, a otra cosa y ya! Pero
nunca permitan que nadie les diga qué decir o cómo decirlo.
Como
la del perro amarrado:
El
que quiera que me lea, el que no, PUES NÓ.
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